lunes, 4 de julio de 2011

DURAZNO, SEDUCTOR Y NUTRITIVO


Debido a su olor, textura y sabor, el durazno ha formado parte de la dieta del ser humano desde tiempos remotos, y su cultivo se practica desde hace siglos en China, su tierra de origen. Pero no sólo eso: su consumo ofrece grandes beneficios a la salud.

El durazno es, sin lugar a dudas, uno de los frutos más seductores del mundo, ya que cuenta con una serie de atributos que estimulan nuestros sentidos y a los cuales es difícil escapar: resalta a la vista por sus bellas tonalidades amarillas, anaranjadas y rojizas; al tacto, por su piel suave y aterciopelada que difícilmente pasa inadvertida; al olfato, debido a su aroma delicado y penetrante, y al gusto por su exquisita mezcla agridulce que lo vuelve ingrediente insustituible en repostería y platillos de sabor delicado.

Este suculento y jugoso fruto, conocido en otras latitudes como melocotón, es producido por el duraznero (Prunus persica), árbol que forma parte de la familia de las rosáceas (rosaceae), por lo que es familiar de vegetales muy distinguidos, como manzano, peral, almendro, ciruelo, cerezo, fresa, zarzamora, frambueso y, por supuesto, de todas las variedades de rosas. Aunque es originario de China, debe su nombre científico a Persia (Irán) debido a que a través del comercio con esta región se dio a conocer en Europa.

El duraznero es un árbol pequeño que florece en primavera, da frutos en verano y pierde sus hojas en otoño; alcanza hasta 6 metros de altura, aunque a veces crece poco y puede parecer un arbusto. La corteza de su tronco es lisa y se desprende en láminas. Las hojas tienen 7 a 15 centímetros de largo, su forma es larga como una punta de lanza (lanceoladas) y son brillantes por ambas caras; las flores, por su parte, son de color rosa a rojo y miden 2 a 3.5 centímetros de diámetro.

El melocotón o durazno es redondo, de cáscara delgada y suele darse con mayor facilidad en lugares templados. Aunque hay muchas variedades, se clasifica en dos tipos: de hueso rojo, en los que la pulpa toma el color de la semilla porque ambas están unidas, y abridor o prisco, en los que el hueso está suelto y es fácil de separar.

Beneficios a cambio de rico sabor

Este popular fruto se consume en todo el mundo, principalmente al natural, aunque es muy común que se comercialice en almíbar o preparado como mermelada; también se incluye en la elaboración de ensaladas, gelatinas, tartas y pasteles, además de que es muy popular a través de la receta conocida como durazno o melocotón Melba, que consiste en bañar un par de mitades de este fruto con helado de vainilla, almendras y crema o licor de frambuesas.

Además de ser rico manjar, el durazno es para los chinos y otros pueblos símbolo de larga vida e inmortalidad, y por ello no es raro encontrar su imagen en pinturas de esta región del planeta o formando parte del decorado de muchas porcelanas. No es para menos, ya que además de sus llamativas cualidades se trata de un alimento que realmente nutre a nuestro organismo.

Por un lado, es un fruto rico en hierro, magnesio, potasio, fósforo y zinc, así como vitaminas A (sobre todo en la cáscara), C, B1, B2 y B3, por lo que, sin ser sustituto de una dieta equilibrada, se recomienda su consumo en estados anémicos e inapetentes.

Además, el contenido de calcio de los duraznos deshidratados (los famosos "orejones") es bastante alto, y por ello se suele aconsejar que lo consuman las personas que desean incrementar o mantener estables los niveles de este mineral, como mujeres en el climaterio (menopausia) con el fin de prevenir el deterioro de su sistema óseo.

En cuanto a la distribución de otros nutrientes, podemos decir que por cada 100 gramos encontramos aproximadamente 0.6% de proteínas, 0.10% de grasas, 9% de hidratos de carbono y 1.5% de fibra, de modo que un durazno mediano, a pesar de su sabor dulce, no contiene más de 60 calorías, hecho que lo convierte en un postre ideal para personas sujetas a una dieta baja en calorías.

Los especialistas en medicina natural comentan que este aromático fruto posee propiedades diuréticas y laxantes, así que aconsejan consumir su pulpa a personas que necesitan activar su función de riñones (renal) o intestinos, o simplemente a quienes desean depurar su organismo y eliminar toxinas.

Cabe mencionar que aunque toda la fruta es aprovechable, hay personas que deben retirarle la cáscara, ya que puede hacer más lenta la digestión, aunque con esta acción pierden considerable cantidad de vitamina A. Además, no es recomendable saborear el hueso o pepita por largo tiempo, mucho menos masticarlo, ya que contiene ácido cianhídrico, sustancia venenosa que intoxica al organismo y le llega a causar grandes molestias, como dolores de estómago y cabeza o vómito.

Finalmente, es útil saber que gracias al color del durazno podemos saber si está maduro, por ejemplo, si la última zona de la piel que luce verde toma un tono amarillo es señal de que el fruto está listo para su consumo. Además de lo anterior, cerciórese de que su olor sea suave, aromático y fresco.

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